domingo, 9 de septiembre de 2012

La huida de Ewlya

Garpur se sentó en su trono de piedra, en lo alto de la montaña, rodeado de cuatro soldados. Ante él se postraba toda la manada en la ladera de la montaña. Se había convertido en el jefe de la manada por pura casualidad, y aunque no era lo que pretendía no es cuestión de desaprovechar el cargo. Haría prosperar a su pueblo, como su antecesor no pudo hacerlo. Era hora de tomar las riendas de la situación tan nefasta en la que estaba sumida la manada. Era hora de conseguir comida, echar a los elfos de su territorio y encargarse de finalizar las migraciones hacia las minas que solo disminuían la población de osos fuertes y adultos en la isla, e incrementaban la de oseznos jóvenes sin experiencia que solo dan trabajo. Era hora de dirigirse a su manada cada vez mas deprimida por la situación y darles fuerza y coraje a través de las palabras.
    -- Hermanos y hermanas, os habla vuestro nuevo líder, y como tal os voy a decir abiertamente lo que voy a hacer a partir de ahora. Hace unas horas, me dirigía a buscar sustento para todos, y al no encontrar en lo que tenemos explorado de isla, como de costumbre, marché a explorar la parte norte, la que se halla tras el bosque. He descubierto centenar de animales que nos darán alimento. Pero también he descubierto un campamento elfo –se detuvo pues enseguida se hizo un alboroto entre la manada, estaban todos asombrados por lo que acababan de oír—pero he salido ileso de un enfrentamiento con cinco elfos. A cuatro de ellos maté y uno logró escapar. No dudo que haya ido a informar a sus gentes de que los hemos descubierto, y por ello debemos actuar rápido. Lo primero que haremos será formar un ejército provisional, compuesto tanto de osos como de osas, debéis saber que si los elfos ganaran terreno hacia el sur vuestros hijos estarían en grave peligro, así que luchad por ellos, luchad por la supervivencia de vuestros oseznos. Pero debemos ser cuidadosos, pues tienen flechas encantadas que si alguna os llegase podría mataros, y lo último que quiero es ver mermada mi manada, por ello no vamos a luchar hoy. Hoy voy a mandar un mensajero a las minas Sesim, requiriendo la presencia de todos los osos pardos que allí se encuentran. Nuestros hermanos volverán para defendernos de ese enemigo que tan fuerte puede llegar a ser. Ellos nos darán el coraje para luchar hasta el final por nuestro territorio. –un estallido de rugidos, pisotones y estruendos dio un respiro a Garpur para tomar aliento mientras pensaba cómo podía seguir su primer discurso de ánimo a su manada—Seguidamente hermanos, me encargaré personalmente de guiaros hasta el norte, de encabezar la marcha, y de ayudaros a conseguir comida. Debemos mentalizarnos que serán unos meses duros pues, debido a la falta de alimentos, vamos a tener que racionar la comida que obtengamos del norte. Los ciervos no se reproducen de la noche a la mañana, debemos cazar hasta un límite y esa comida repartirla entre la manada, de esa forma los ciervos tendrán tiempo para reproducirse y con suerte en un par de meses podamos aumentar las raciones, y con el tiempo ya no será necesario racionar la comida. Hermanos y hermanas, ha llegado la hora de ver el esplendor de nuestro pueblo, ¡que tiemblen los elfos! –acto seguido profirió semejante rugido, secundado por todos, que hizo estremecerse hasta la propia tierra amenazando la estabilidad de la montaña y centenares de aves salieron dispersadas.

El rugido también se oyó en el campamento elfo, con tanta claridad que muchos elfos lo sintieron como un mal augurio, un presagio de muerte. Muchos elfos intentaron proponer la idea de la huida pero no les salían las palabras. Sabían de sobra que si intentaban huir serían sentenciados por traidores. El elfo que sobrevivió al encuentro con Garpur se llamaba Gaudren. Informó a sus jefes de que su posición había sido descubierta. La jefa de la avanzadilla, llamada Ewlya, mandó preparar los arcos y flechas para el combate. Ya habían traspasado medio bosque cuando oyeron el rugido, cosa que hizo retroceder a muchos. Como eran una minoría comparada con la población de osos, decidieron notificar a su jefa que el bosque era demasiado espeso incluso para un elfo. Y así lo hicieron. Los trece elfos que habían salido en dirección sur retrocedieron sobre sus pasos y marcharon hacia la tienda de su jefa. Dentro de la tienda, el capitán Glawden comunicó a su jefa lo que había acordado con sus hombres. Y esta furiosa le espetó que no era digno de ser elfo y le clavó su daga de oro verde. Inmediatamente mandó llamar a los doce elfos restantes y se citó con ellos fuera de su tienda. Les acusó de traidores y de indignos de llevar la insignia de Valdiriam, ciudad capital de los elfos, al sur de Hirth. Les comunicó su intención de abandonar el territorio oso, para así procurar la supervivencia de los elfos de Isla Parda, sabía perfectamente quien era Garpur, pues lo había estado espiando durante semanas. Sabía también que si se había oído tal rugido era porque Garpur había dado la voz de alarma y seguramente encabezara el la marcha. Si pudo llegar asta el borde de su campamento una vez podría hacerlo una segunda vez con mas osos, y hasta ahora no sabe de forma exacta cuantos osos hay en la isla, en cambio si sabe que tiene menos flechas que osos, y, ¿qué hará cuando se le terminen las flechas?. En un cuerpo a cuerpo contra un oso un elfo no tiene nada que hacer, por muy ágil que sea. Tenía que levantar el campamento tan rápido como pudiese. Y así lo hizo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario