viernes, 7 de septiembre de 2012

El descubrimiento


Un nuevo día amanecía en Isla Parda. Garpur se encontraba buscando comida entre los arbustos. No había cenado la noche anterior pues la cosa en la isla se estaba poniendo fea. El alimento escasea y la población de osos aumenta.
    -- Me encantaría que Borgar dejara de fornicar de una maldita vez a ver si así las osas dejan de parir e incrementar la población, que ya casi no hay hueco para los viejos como yo -- dijo Garpur en voz alta, aprovechándose de que estaba solo pues necesitaba desahogarse -- Borgar por muy jefe de la manada no tiene el derecho propio y único de aparearse cada vez que le plazca, yo soy mas viejo y mas experimentado que él pues, llevo en este mundo cincuenta años más que él y no se me han reconocido nunca mis esfuerzos en la cacería y en la recolección de alimentos para la manada. Estoy en plena forma y aun sabiendo todos que le gano en un combate singular le siguen venerando a él. No deseo en absoluto el mando de la manada, solo que se me reconozca por mis esfuerzos y no ser un oso más. Hago demasiados esfuerzos, me levanto el primero cada mañana, busco comida por la parte explorada de la isla y siempre velo por que a mis hermanos no les falte comida siempre que encuentro. Hay veces que yo no me alimento, como anoche, para así poder darle mi comida a los oseznos mas jóvenes. Pero nadie dice: Garpur, muchísimas gracias, eres muy amable. No, es más fácil recibir y callar. Estoy harto, harto de esta manada y harto de esta guerra que nos hemos involucrado y ni siquiera sé por qué. Sólo sé que en unos días vendrán de nuevo los dragones a transportarnos a las minas, cosa que no entiendo pues los osos podemos nadar, y no es extremadamente grande la distancia entre la isla y el continente. Y encima nuestros aliados nos usan para trabajar en las minas. Un oso de Isla Parda no debería estar excavando hirthenio, por mucho que los enanos lo usen para proporcionarnos las armaduras mas resistentes de todo Hirth. Un oso debería estar afilando sus garras en los árboles, corriendo largas distancias para ganar más resistencia aun, y desgarrando con los dientes la corteza de los troncos viejos para así fortalecer las encías. Los osos somos los tanques del ejército, somos la armadura y como tal debemos fortalecernos cada día que pasa, por si los malditos elfos se les ocurre salir de sus bosques sureños para venir a Isla Parda a aniquilarnos, cosa que no conseguirán pues sabemos defendernos bien en nuestro territorio, lo conocemos al dedillo. Bueno, esto no es del todo cierto pues la parte norte de la isla no la hemos explorado aun. Es extraño, después de tantos siglos y que aún no sepamos hasta dónde llega la isla por su cara norte. Voy a aventurarme. A lo mejor y todo se me reconoce por labores de exploración.

Fue adentrándose en el bosque que cruza la isla por la mitad. Descubrió que el paso se dificultaba cada metro que avanzaba. Tuvo que romper varios árboles a zarpazos para hacerse paso entre la maleza. Hasta que por fin llegó a la linde norte del bosque y no dio crédito a lo que veían sus ojos. Había ciervos, gacelas, jabalíes, y demás animales silvestres que servirían de alimento para muchos meses, si la población no seguía aumentando, claro. Pero Garpur, maravillado al ver tanta comida en tiempos donde escaseaba, no reparó en un humo fino que sobresalía más allá. Cuando cazó un ciervo y estaba dispuesto a arrastrar su cadáver por el sendero del bosque que había hecho se percató del humo. Dejó el cadáver tendido en el suelo, al borde del sendero y fue en dirección al humo. Traspasó la maleza y se encaminó sigilosamente hacia el humo. Lo que vio tras unos matorrales altos lo dejó sin aliento: un asentamiento de elfos. Sus peores pesadillas se habían hecho realidad, los elfos habían llegado a Isla Parda para acabar con los osos y estaban asentándose para ganar terreno. Debía avisar de inmediato a la manada.

Se disponía a marcharse con el mismo sigilo con el que había estado observando pero se vio rodeado de cinco elfos con sus flechas apuntándole directamente al pecho. Uno de ellos le hizo señas para que traspasara los matorrales en dirección al asentamiento y se disponía a obedecer, pero en el último instante pensó: "y, ¿por qué un oso pardo debe obedecer a unos elfos enclenques que puedo matar de un zarpazo a todos?" Y así empezó una pelea con los elfos de los cuales, solo dos sobrevivieron al primer zarpazo y uno de ellos le disparó una flecha justo en el momento en que la segunda zarpa le destrozaba la mandíbula y los dientes de Garpur le rompían el cuello. El último que quedó en vida corrió a avisar a sus congéneres del descubrimiento, y Garpur vio la ocasión para la huida.

De todos es sabido que los elfos son rápidos, pero los osos los alcanzan sin problema alguno. El problema estaba en que Garpur tenía una flecha atravesándole el hombro derecho y no podía correr en exceso sin desangrarse por el camino. Pero aun así lo hizo. Corrió y corrió espantando a los animales salvajes que por esos lugares habitaban, se internó en el bosque, dio un par de rodeos para despistar a sus posibles perseguidores y cuando llegó al final de bosque se encontró con que lo estaban esperando sus compañeros. Borgar y tres osos más, con sus respectivas armaduras habían seguido el rastro de Garpur hasta el borde del bosque y esperaban su regreso hacía horas. Garpur al ver a sus compañeros entendió que estaba a salvo de los elfos y sus malditas flechas encantadas por las ninfas. Había perdido mucha sangre de modo que se paró un segundo pensando en recobrar el aliento, pero se desplomó sin conocimiento.


                                                                      *   *   *

Garpur se despertó en la cueva en la montaña de Isla Parda, su hogar, rodeado de osas expertas en curas y cuidados. Al despertar Garpur preguntó:
    -- ¿Qué ha pasado?
    -- Te desmayaste por la pérdida de sangre --contestó una de las osas mientras le traía algo de beber-- eres extremadamente fuerte y lo que nos sorprende es que estés vivo pues la flecha encantada que te sacamos podría haber matado hasta a Borgar.
    -- Ese mamarracho podría morir por el ataque de un jabalí, así que no me hagas reír que no tengo el cuerpo para ello --contestó Garpur secamente.
    -- No deberías hablar así del que te ha traído desde tan lejos a hombros. Según llegó se retiró a descansar quejándose de lo mucho que pesas --le espetó otra enfermera.
    -- Si no puede cargar conmigo durante los veinte kilómetros que separan el bosque de aquí es que no esta hecho para la batalla. De no ser porque temía que los elfos me persiguieran hasta aquí habría tomado el sendero corto que hice al ir hacia allá. Pero me tuve que desviar para despistarlos, cosa que no sé si hice correctamente.
    -- Borgar dice que no vio ningún elfo, sin embargo la flecha que te sacamos afirma enormemente la presencia de elfos en Isla Parda. No sé muy bien el tipo de conjuro que tiene la flecha pero sé que es muy poderoso, pues al sacarla de tu hombro las zarpas de Elduir ardieron. Ella esta en la otra caverna, recuperándose de sacarte la flecha.
    -- Gracias, espero que se recupere pronto. Conozco a esa osa desde que nació. Siempre ha sido muy aventurera y temeraria por lo que no me extraña que intentara sacarme la flecha sin tomar precauciones ella misma.
    -- Borgar quiere hablar contigo, Garpur --dijo un soldado irrumpiendo en la caverna--.
    -- Que venga él entonces, ¿para qué te manda a ti? --contestó el aludido.
    -- Quería comprobar que ya estuvieras despierto
    -- Pues ya me has visto. Dile que yo también quiero hablar con él.

Minutos después apareció Borgar, y a una señal pidió que los dejaran solos en la caverna y cuando estaban completamente solos Borgar y Garpur, empezó a hablar:
    -- ¿Qué hacías adentrándote en el bosque central?
    -- Procurarme algo de alimento, ya que tú solo te mueves de tu trono de piedra para fornicar osas e ir a soltar tus excrementos por los matorrales.
    -- ¿Cómo te atreves a hablarle así al que te acaba de salvar la vida, malagradecido?
    -- Me atrevo porque hago más por la manada que tú y nadie me lo reconoce. Solo pido que al menos me den las gracias cuando traigo comida en momentos en los que no hay qué llevarse a la boca.
    -- Eres un insolente y un atrevido. ¿Cómo se te ocurre ir a explorar lo que otros han descrito como un lugar de difícil acceso y con poca utilidad para la manada? ¿Qué pasa que querías desafiarme? ¿Destituirme quizás? ¡Habla!
    -- Eres un ignorante Borgar, no te das cuenta que en la parte sur de la isla ya no quedan ciervos ni jabalíes, ni siquiera somos capaces de encontrar algo de fruta casi. ¿Cómo pretendes asegurar el porvenir de la manada sin víveres, sin fuente de alimento? Es cuestión de tiempo que los oseznos empiecen a morir por inanición, y es cuestión de tiempo que todos nos marchemos a las minas de Sesim pues allí por lo menos habrá comida que llevarse a la boca, y cuando eso ocurra, ¿qué pasará con nuestros principios y nuestras raíces? ¿abandonaremos Isla Parda así como así? ¿para que se la queden los elfos?. Ya hay elfos asentados al norte y no me extrañaría que gracias a los cuatro que mate de dos zarpazos vengan mas refuerzos e intenten aniquilarnos. Sabes perfectamente que en las cavernas no corremos peligro, pero en las cavernas no hay alimento y tenemos que comer, si los elfos avanzan hasta el pie de la montaña nos veremos rodeados y sin alimento, es que, ¿quieres que eso ocurra?. Tenemos que destruir el campamento elfo del norte antes de que sea demasiado tarde y asentarnos allí de alguna forma para defender nuestro territorio, no podemos dejar que nos quiten lo que nuestros antepasados conquistaron, tienes que hacer algo Borgar...
    -- ¡Silencio! --vociferó Borgar-- estoy harto de tus quejas, de tus insolencias, soy el jefe de la manada y como tal yo decido que hacer y no tú, tú eres un simple recolector que no haces mas que dar la lata con tus quejas por falta de alimento, haz bien tu trabajo y deja de comportarte como un osezno. Eres más viejo que yo y sin embargo pareces mas joven mentalmente. ¡Madura joder!
    -- ¿Que madure yo? Pero vamos Borgar, ¿tú te has visto bien? ¿acaso no te ves reflejado en el agua de la playa? Claro que no, pues si te vieras entenderías que solo eres el jefe de la manada de casualidad, porque llegaste un día de las minas diciendo que te habían dado el regalo de volver a tu tierra por tus arduas labores excavando, y si eso fuera cierto tendrías unas uñas que cortarían los troncos de un zarpazo, y si eso fuera cierto y tuvieras una pizca de inteligencia sabrías que no es que yo haga mal mi trabajo, es que ¡no hay comida que recolectar! ¡y si fueras un poquito mas listo, irías con unos cuantos osos al norte en estos instantes para hacer una brecha en el bosque y traspasar al otro lado donde hay cientos de ciervos, gacelas, jabalíes, frutales y demás y de paso te encargarías de proteger tu territorio y a tu gente! ¡eres un incompetente que solo esta en su puesto gracias a mentiras pues no me trago que excavaras en las minas porque de ser así no te habrían dejado marchar como no han vuelto los demás osos!

No pudo seguir hablando más pues sintió en ese mismo instante un golpe atroz en la mandíbula y un intenso calor a la vez. Sentía la sangre saliendo y se iba enfureciendo por instantes. Saltó de su lecho de piedra y se avalanzó sobre Borgar y ambos se enzarzaron en una pelea que terminó rodando ladera abajo por la montaña. Garpur, aunque herido de gravedad era más ágil y fuerte que Borgar y no tardó en acabar con él. Cuando varios osos llegaron al lugar de los hechos vieron a Borgar con la cabeza llena de sangre, un ojo de menos y sin mandíbula. Garpur estaba goteando sangre de sus dientes y zarpas y entendieron enseguida que tenían nuevo jefe. Se arrodillaron y mostraron lealtad a su nuevo jefe, a lo que el respondió con un rugido que se oyó en toda Isla Parda, haciendo a las aves salir disparadas de los árboles en desbandada.





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