Un nuevo día amanecía en Isla Parda. Garpur se encontraba buscando comida
entre los arbustos. No había cenado la noche anterior pues la cosa en la isla
se estaba poniendo fea. El alimento escasea y la población de osos aumenta.
-- Me encantaría que Borgar dejara de fornicar de una maldita
vez a ver si así las osas dejan de parir e incrementar la población, que ya
casi no hay hueco para los viejos como yo -- dijo Garpur en voz alta,
aprovechándose de que estaba solo pues necesitaba desahogarse -- Borgar por muy
jefe de la manada no tiene el derecho propio y único de aparearse cada vez que
le plazca, yo soy mas viejo y mas experimentado que él pues, llevo en este
mundo cincuenta años más que él y no se me han reconocido nunca mis esfuerzos
en la cacería y en la recolección de alimentos para la manada. Estoy en plena
forma y aun sabiendo todos que le gano en un combate singular le siguen
venerando a él. No deseo en absoluto el mando de la manada, solo que se me
reconozca por mis esfuerzos y no ser un oso más. Hago demasiados esfuerzos, me
levanto el primero cada mañana, busco comida por la parte explorada de la isla
y siempre velo por que a mis hermanos no les falte comida siempre que
encuentro. Hay veces que yo no me alimento, como anoche, para así poder darle
mi comida a los oseznos mas jóvenes. Pero nadie dice: Garpur, muchísimas
gracias, eres muy amable. No, es más fácil recibir y callar. Estoy harto, harto
de esta manada y harto de esta guerra que nos hemos involucrado y ni siquiera
sé por qué. Sólo sé que en unos días vendrán de nuevo los dragones a
transportarnos a las minas, cosa que no entiendo pues los osos podemos nadar, y
no es extremadamente grande la distancia entre la isla y el continente. Y
encima nuestros aliados nos usan para trabajar en las minas. Un oso de Isla
Parda no debería estar excavando hirthenio, por mucho que los enanos lo usen
para proporcionarnos las armaduras mas resistentes de todo Hirth. Un oso
debería estar afilando sus garras en los árboles, corriendo largas distancias
para ganar más resistencia aun, y desgarrando con los dientes la corteza de los
troncos viejos para así fortalecer las encías. Los osos somos los tanques del
ejército, somos la armadura y como tal debemos fortalecernos cada día que pasa,
por si los malditos elfos se les ocurre salir de sus bosques sureños para venir
a Isla Parda a aniquilarnos, cosa que no conseguirán pues sabemos defendernos
bien en nuestro territorio, lo conocemos al dedillo. Bueno, esto no es del todo
cierto pues la parte norte de la isla no la hemos explorado aun. Es extraño,
después de tantos siglos y que aún no sepamos hasta dónde llega la isla por su
cara norte. Voy a aventurarme. A lo mejor y todo se me reconoce por labores de
exploración.
Fue adentrándose en el bosque que cruza la isla por la mitad. Descubrió que
el paso se dificultaba cada metro que avanzaba. Tuvo que romper varios árboles
a zarpazos para hacerse paso entre la maleza. Hasta que por fin llegó a la
linde norte del bosque y no dio crédito a lo que veían sus ojos. Había ciervos,
gacelas, jabalíes, y demás animales silvestres que servirían de alimento para
muchos meses, si la población no seguía aumentando, claro. Pero Garpur,
maravillado al ver tanta comida en tiempos donde escaseaba, no reparó en un
humo fino que sobresalía más allá. Cuando cazó un ciervo y estaba dispuesto a
arrastrar su cadáver por el sendero del bosque que había hecho se percató del
humo. Dejó el cadáver tendido en el suelo, al borde del sendero y fue en
dirección al humo. Traspasó la maleza y se encaminó sigilosamente hacia el
humo. Lo que vio tras unos matorrales altos lo dejó sin aliento: un
asentamiento de elfos. Sus peores pesadillas se habían hecho realidad, los
elfos habían llegado a Isla Parda para acabar con los osos y estaban
asentándose para ganar terreno. Debía avisar de inmediato a la manada.
Se disponía a marcharse con el mismo sigilo con el que había estado
observando pero se vio rodeado de cinco elfos con sus flechas apuntándole
directamente al pecho. Uno de ellos le hizo señas para que traspasara los
matorrales en dirección al asentamiento y se disponía a obedecer, pero en el
último instante pensó: "y, ¿por qué un oso pardo debe obedecer a unos
elfos enclenques que puedo matar de un zarpazo a todos?" Y así empezó una
pelea con los elfos de los cuales, solo dos sobrevivieron al primer zarpazo y
uno de ellos le disparó una flecha justo en el momento en que la segunda zarpa
le destrozaba la mandíbula y los dientes de Garpur le rompían el cuello. El
último que quedó en vida corrió a avisar a sus congéneres del descubrimiento, y
Garpur vio la ocasión para la huida.
De todos es sabido que los elfos son rápidos, pero los osos los alcanzan
sin problema alguno. El problema estaba en que Garpur tenía una flecha
atravesándole el hombro derecho y no podía correr en exceso sin desangrarse por
el camino. Pero aun así lo hizo. Corrió y corrió espantando a los animales
salvajes que por esos lugares habitaban, se internó en el bosque, dio un par de
rodeos para despistar a sus posibles perseguidores y cuando llegó al final de
bosque se encontró con que lo estaban esperando sus compañeros. Borgar y tres
osos más, con sus respectivas armaduras habían seguido el rastro de Garpur
hasta el borde del bosque y esperaban su regreso hacía horas. Garpur al ver a
sus compañeros entendió que estaba a salvo de los elfos y sus malditas flechas
encantadas por las ninfas. Había perdido mucha sangre de modo que se paró un
segundo pensando en recobrar el aliento, pero se desplomó sin conocimiento.
* * *
Garpur se despertó en la cueva en la montaña de Isla Parda, su hogar,
rodeado de osas expertas en curas y cuidados. Al despertar Garpur preguntó:
-- ¿Qué ha pasado?
-- Te desmayaste por la pérdida de sangre --contestó una de
las osas mientras le traía algo de beber-- eres extremadamente fuerte y lo que
nos sorprende es que estés vivo pues la flecha encantada que te sacamos podría
haber matado hasta a Borgar.
-- Ese mamarracho podría morir por el ataque de un jabalí,
así que no me hagas reír que no tengo el cuerpo para ello --contestó Garpur
secamente.
-- No deberías hablar así del que te ha traído desde tan
lejos a hombros. Según llegó se retiró a descansar quejándose de lo mucho que
pesas --le espetó otra enfermera.
-- Si no puede cargar conmigo durante los veinte kilómetros
que separan el bosque de aquí es que no esta hecho para la batalla. De no ser
porque temía que los elfos me persiguieran hasta aquí habría tomado el sendero
corto que hice al ir hacia allá. Pero me tuve que desviar para despistarlos,
cosa que no sé si hice correctamente.
-- Borgar dice que no vio ningún elfo, sin embargo la flecha
que te sacamos afirma enormemente la presencia de elfos en Isla Parda. No sé
muy bien el tipo de conjuro que tiene la flecha pero sé que es muy poderoso,
pues al sacarla de tu hombro las zarpas de Elduir ardieron. Ella esta en la
otra caverna, recuperándose de sacarte la flecha.
-- Gracias, espero que se recupere pronto. Conozco a esa osa
desde que nació. Siempre ha sido muy aventurera y temeraria por lo que no me
extraña que intentara sacarme la flecha sin tomar precauciones ella misma.
-- Borgar quiere hablar contigo, Garpur --dijo un soldado
irrumpiendo en la caverna--.
-- Que venga él entonces, ¿para qué te manda a ti? --contestó
el aludido.
-- Quería comprobar que ya estuvieras despierto
-- Pues ya me has visto. Dile que yo también quiero hablar
con él.
Minutos después apareció Borgar, y a una señal pidió que los dejaran solos
en la caverna y cuando estaban completamente solos Borgar y Garpur, empezó a
hablar:
-- ¿Qué hacías adentrándote en el bosque central?
-- Procurarme algo de alimento, ya que tú solo te mueves de
tu trono de piedra para fornicar osas e ir a soltar tus excrementos por los
matorrales.
-- ¿Cómo te atreves a hablarle así al que te acaba de salvar
la vida, malagradecido?
-- Me atrevo porque hago más por la manada que tú y nadie me
lo reconoce. Solo pido que al menos me den las gracias cuando traigo comida en
momentos en los que no hay qué llevarse a la boca.
-- Eres un insolente y un atrevido. ¿Cómo se te ocurre ir a
explorar lo que otros han descrito como un lugar de difícil acceso y con poca
utilidad para la manada? ¿Qué pasa que querías desafiarme? ¿Destituirme quizás?
¡Habla!
-- Eres un ignorante Borgar, no te das cuenta que en la parte
sur de la isla ya no quedan ciervos ni jabalíes, ni siquiera somos capaces de
encontrar algo de fruta casi. ¿Cómo pretendes asegurar el porvenir de la manada
sin víveres, sin fuente de alimento? Es cuestión de tiempo que los oseznos
empiecen a morir por inanición, y es cuestión de tiempo que todos nos marchemos
a las minas de Sesim pues allí por lo menos habrá comida que llevarse a la
boca, y cuando eso ocurra, ¿qué pasará con nuestros principios y nuestras
raíces? ¿abandonaremos Isla Parda así como así? ¿para que se la queden los
elfos?. Ya hay elfos asentados al norte y no me extrañaría que gracias a los
cuatro que mate de dos zarpazos vengan mas refuerzos e intenten aniquilarnos.
Sabes perfectamente que en las cavernas no corremos peligro, pero en las
cavernas no hay alimento y tenemos que comer, si los elfos avanzan hasta el pie
de la montaña nos veremos rodeados y sin alimento, es que, ¿quieres que eso
ocurra?. Tenemos que destruir el campamento elfo del norte antes de que sea
demasiado tarde y asentarnos allí de alguna forma para defender nuestro
territorio, no podemos dejar que nos quiten lo que nuestros antepasados
conquistaron, tienes que hacer algo Borgar...
-- ¡Silencio! --vociferó Borgar-- estoy harto de tus quejas,
de tus insolencias, soy el jefe de la manada y como tal yo decido que hacer y
no tú, tú eres un simple recolector que no haces mas que dar la lata con tus
quejas por falta de alimento, haz bien tu trabajo y deja de comportarte como un
osezno. Eres más viejo que yo y sin embargo pareces mas joven mentalmente.
¡Madura joder!
-- ¿Que madure yo? Pero vamos Borgar, ¿tú te has visto bien?
¿acaso no te ves reflejado en el agua de la playa? Claro que no, pues si te
vieras entenderías que solo eres el jefe de la manada de casualidad, porque
llegaste un día de las minas diciendo que te habían dado el regalo de volver a
tu tierra por tus arduas labores excavando, y si eso fuera cierto tendrías unas
uñas que cortarían los troncos de un zarpazo, y si eso fuera cierto y tuvieras
una pizca de inteligencia sabrías que no es que yo haga mal mi trabajo, es que
¡no hay comida que recolectar! ¡y si fueras un poquito mas listo, irías con
unos cuantos osos al norte en estos instantes para hacer una brecha en el
bosque y traspasar al otro lado donde hay cientos de ciervos, gacelas,
jabalíes, frutales y demás y de paso te encargarías de proteger tu territorio y
a tu gente! ¡eres un incompetente que solo esta en su puesto gracias a mentiras
pues no me trago que excavaras en las minas porque de ser así no te habrían
dejado marchar como no han vuelto los demás osos!
No pudo seguir hablando más pues sintió en ese mismo instante un golpe
atroz en la mandíbula y un intenso calor a la vez. Sentía la sangre saliendo y
se iba enfureciendo por instantes. Saltó de su lecho de piedra y se avalanzó
sobre Borgar y ambos se enzarzaron en una pelea que terminó rodando ladera
abajo por la montaña. Garpur, aunque herido de gravedad era más ágil y fuerte
que Borgar y no tardó en acabar con él. Cuando varios osos llegaron al lugar de
los hechos vieron a Borgar con la cabeza llena de sangre, un ojo de menos y sin
mandíbula. Garpur estaba goteando sangre de sus dientes y zarpas y entendieron
enseguida que tenían nuevo jefe. Se arrodillaron y mostraron lealtad a su nuevo
jefe, a lo que el respondió con un rugido que se oyó en toda Isla Parda,
haciendo a las aves salir disparadas de los árboles en desbandada.
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