domingo, 16 de junio de 2013

La Rebelión

Era la hora de comer. Gürd estaba hambriento y exhausto, había cavado toda la noche y toda la mañana para no encontrar nada de hirthenio. No comía desde hace tres días y ese túnel de la mina estaba seco, no había mas hirthenio que sacar. Pero los enanos eran tozudos y le mandaban cavar más y más... Tenía la sensación de que sus garras se iban a quebrar si daba un zarpazo más. Necesitaba un descanso, pero, ¿quién le decía a los impacientes enanos que necesitaba un descanso? No se lo iban a conceder por las buenas así que decidió dejar de cavar hasta que le dieran algo de carne para comer.
-- ¿Quién te dijo que pararas?
-- No cavaré más hasta que me deis de comer algo.
-- Sabes que no se come hasta no encontrar tesoro.
-- ¡Déjate de tus estúpidos tesoros y dame carne o te devoro aquí mismo!
-- Se lo comunicaré a mis superiores en ese caso...

¿En serio? ¿Había conseguido doblegar a un enano de las minas, esos que no tienen miedo a nada, ni a las profundidades de las cuevas y sus criaturas? Gürd estaba atónito. Pero esta sensación le duro bien poco. Al rato aparecieron una cuadrilla de enanos con hachas y martillos. Había uno que portaba unos grilletes y el mismo al que había amenazado Gürd hace menos de 5 minutos, que iba en cabeza, fue el primero en hablar:
-- Como miembro de la milicia de las Minas de Hirth, en el rango de Sargento Segundo del Grupo II, declaro ante mis compañeros que he sido amenazado de muerte por parte del oso pardo llamado Gürd durante su jornada de trabajo.
-- ¿Pero qué diablos...?
-- ¡Silencio! Compañeros, arrestadle.

Acto seguido los miembros de la cuadrilla se acercaron a Gürd para ponerle los grilletes pero un oso pardo no iba a someterse a tal trato por parte de unas criaturas que no le llegaban a la rodilla. Ellos tenían hachas y martillos, fabricados con materiales que él, y sus compañeros, habían extraído de sus minas. No iba a dejar que lo trataran como un felpudo de modo que rugió haciendo retroceder a los enanos y se hizo paso a zarpazos al aire haciéndoles sentir miedo a los enanos que tenía delante.
El alboroto generado fue tal que los demás osos dejaron de cavar y enseguida se dio la voz de alarma de una rebelión por parte de los osos, que no obedecían a ningún enano. Se fue formando un grupo de osos que seguían a un improvisado líder hacia la puerta de las minas, pasando por la ciudad subterránea de Glaud, capital de los enanos. El rey enano observo incrédulo desde su ventana como su ejército de enanos, compuesto generalmente por más altos cargos que por soldados rasos, retrocedía ante los zarpazos y rugidos de una gran hilera de gigantes osos pardos enfurecidos. Tan estremecedora era la imagen que el rey Höin no tuvo más remedio que ordenar la retirada de su ejército para así preservar las vidas de sus congéneres, amenazadas por una treintena de osos enfurecidos.
Despejado el camino los osos corrieron al exterior de las minas, cegándose al salir por la repentina exposición a la luz del sol después de meses de arduo trabajo. Cuando se lograron acostumbrar a la claridad del sol no sabían hacia dónde dirigirse pues el paisaje había cambiado demasiado desde que llegaron por primera vez a las minas.
Cuando vinieron los primeros osos el exterior de las minas estaba plagado de árboles y había ciervos, jabalíes y demás animales. Ahora no había verde, era todo gris y marrón. Tierra y piedra por doquier. Enanos picando y extrayendo toda la piedra que podían para utilizarla en las minas a modo de material de construcción. Los osos no daban crédito a lo que sus ojos veían, los enanos se preocupaban más por agrandar su imperio que por ayudar a su antigua alianza. ¿Dónde estaban esas armas preparadas para la batalla? ¿Dónde estaban esas armaduras para los osos hechas de diamante? Ellos tenían ahora una misión: informar a Borgar de lo que habían descubierto.

Gürd se dirigió a sus iguales:
-- Hermanos, mirad lo que los enanos han hecho con la madre tierra, muchos llevamos tiempo sin comer, estamos hambrientos y no sabemos nada de lo que ha ocurrido en estos meses fuera de nuestro agujero donde cavábamos. Propongo que volvamos a isla Parda e informemos a Borgar, y que él determine que hacer a partir de ahora. ¡Seguidme hacia isla Parda compañeros!
-- Pero Gürd, ¿hacia dónde nos dirigimos? Todo ha cambiado desde hace meses y no sabemos orientarnos en este nuevo entorno.
-- Ya... bueno, primero subamos a un punto alto y desde ahí veremos hacia donde caminar.

Y la marcha de osos se encaminó montaña arriba, sin saber que se aproximaban a la morada de los dragones, que también tenían algo que ocultar...

jueves, 31 de enero de 2013

El ejército del bosque y las diosas.

Rayden se despertó poco a poco, sentía como si su cabeza hubiera multiplicado por diez su masa. Le tomó un esfuerzo hercúleo el simple echo de abrir los ojos, cuando lo hizo se encontró bajo la atenta mirada de tres ninfas, dos de ellas a su derecha e izquierda respectivamente, la última de pie a los pies de su cama.

"Ya está con nosotras, mi señora" dijo la ninfa de su derecha "Bienvenida de nuevo, Rayden"

"Aaahh..." dijo Rayden, intentó formular una frase, pero no encontraba las conexiones que iban desde su cerebro a sus cuerdas vocales.

"Tranquila, te llevará todo el día de hoy volver a hablar" comentó la de la izquierda "aunque tu recuperación ha sido milagrosa hasta ahora, sólo llevas seis horas inconsciente, no te esperábamos de vuelta hasta dentro de dos días"

"Es una ninfa fuerte, de eso no hay duda" intervino por fin Turyen, mirándola fijamente a los ojos "nunca había visto a nadie resistirse con tanta fuerza a un recuerdo y salir con vida...de todas formas creo que fuiste una estúpida, nadie escapa de un juicio de los recuerdos, pensé que lo habías entendido antes de someterte a él, podrías haber muerto"

Rayden quería hablar, pero sabía que no debía precipitarse o sólo conseguiría que algo parecido a un quejido saliera de su boca. Por lo que hizo uso de sus poderes y creó una llamarada en el aire, con la que escribió una frase.

Mi muerte no hubiese importado nada si con ello hubiera conseguido alertar a toda la población del bosque de las ninfas.

"La muerte de una ninfa siempre es una tragedia, no lo dudes" comentó Turyen muy seria "ahora debes concentrarte en recuperarte, así que deja de utilizar inútilmente tus poderes, sales en dos días"

Esta vez Rayden no necesitó utilizar el fuego para que la entendieran, pues la anciana descifró las palabras tras su mirada interrogante.

"Salir en la próxima expedición fuera del bosque, por supuesto. Como te he dicho no mucha gente hubiese sobrevivido a lo que has pasado tú, por lo que o bien has tenido suerte o eres una ninfa muy fuerte...y nunca he sido muy aliada del azar"

"Pero, mi señora...dos días es muy poco tiempo...creemos que Rayden volverá a estar perfectamente dentro de una semana, como pronto" comentó una de las sanadoras

"Ella no es como las demás...estará lista" y se fue antes de que alguien más pudiese replicar.

"Puff...lo siento chiquilla pero me parece que no te queda otra que estar perfectamente para dentro de dos días"  comentó la ninfa de su izquierda, dándole golpesitos cariñosos en la mano.

No me llames chiquilla, tengo ya ciento cincuenta años, he llegado a mi etapa adulta

"Por muy poco, pero es cierto chiqui....Rayden" añadió con una sonrisa.

*Dos días después

Se enfundó las nuevas botas de cuero que le habían proporcionado. Eran duras, pero cómodas y llegaban hasta la rodilla. Su nuevo uniforme le sentaba la mar de bien, para ser sinceros. Los pantalones pegados de piel, el chaleco de pelos....y el pelo sujeto con una coleta. Se sentía extraña sin su vestido de hojas y pétalos, pero si iban a tener que abandonar la seguridad del bosque de ninfas mejor sería llevar algo con lo que pudiera moverse cómodamente.
Salió de la caseta del árbol donde la habían ubicado tras su salida de la enfermería el día anterior. Las enfermeras se habían quedado impresionadas ante su increíble recuperación, pero lo que no sabían es que Rayden era una cabezota, y cuando algo se le metía entre ceja y ceja no había quien la desviara de su objetivo. En este caso su meta había sido recuperarse a tiempo para salir del bosque, y había empleado todas sus energías en ello, empezando por mover un dedo, una mano, el brazo...y así hasta que se puso de pie. Sin embargo, por más que lo había intentado no había recuperado la voz. Las enfermeras intentaron disuadirla de su marcha hasta que volviera a hablar, e incluso se habían enfrentado a Turyen...sin éxito.

"Bienvenida al ejército del bosque y las diosas, soldado Rayden" le dijo el comandante Eriell nada más llegar bajo El Gran Árbol. Le había conocido el día anterior mientras le explicaban toda la táctica que seguirían en la expedición. Le había caído bien desde el principio, aunque realmente no hubieran mantenido una conversación hasta entonces, ni siquiera mediante fuego mágico ya que Rayden había reservado toda su energía para su recuperación.

Rayden contestó con una sonrisa y el saludo militar.

"Por favor, Rayden, eso no es necesario mientras no tengas voz...aprovecha ahora que tienes excusa, luego será una obligación y te digo por experiencia que te cansarás de ello" comentó guiñándole un ojo.

Rayden volvió a sonreir y relajó su postura, aunque se sentía un poco extraña, el comandante no les decía esas cosas las demás ninfas.

"Comandante Eriell, soldado Rayden" dijo Turyen sobresaltándolos "las normas están por algo, la disciplina se necesita tanto dentro como fuera del campo de batalla. "De todas formas, confío en que nuestra ninfita recupere la capacidad de hablar pronto...las llamas de fuego no pasan desapercibidas en el campo de batalla, no me gustaría que aniquilaran a Rayden por no poder pedir ayuda. Comandante, quiero que se asegure de que ella estará escoltada en todo momento"
La nueva soldado se hubiera quedado muda de asombro...si no fuera porque ya lo estaba, ¿por que se interesaba tanto por su bienestar Turyen cuando prácticamente la había sacado de la confortable cama donde se recuperaba a rastras? Bueno, ella había contribuido a salir de ese lecho más rápido, pero aún así era toda una novedad el comportamiento de la longeva ninfa.
"Tranquila, mi señora, me aseguraré de que Rayden esté siempre rodeada por, al menos, siete ninfas y cuatro elfos" Prometió el comandante.
"No me ha entendido, Eriell, quiero que usted se encargue personalmente de su seguridad, cualquier daño en la vida de Rayden será sólo responsabilidad suya, recuerde que ella ha sido la única ninfa que ha contactado con humanos de un modo que se podría considerar pacífico desde que empezó la guerra, y no e que anteriormente nuestras relaciones con ellos fueran fáciles...Rayden ya nos contó todo lo que sabía en el juicio, pero si las diosas quisieron que fuera a ella entre todas a la que le llegara el mensaje, será bueno conservarla en perfecto estado, ¿no cree?"
Así que de ahí su preocupación...cree que soy el canal de contacto entre las diosas y nosotras.
"Sí señora, la mantendré a mi lado, bien lejos de la primera línea de combate" Turyen dedicó una última mirada a ambos antes de irse, con especial énfasis en Rayden. Cuando la sabia se hubo alejado el coronel se dirigió a ella "Increíble soldado, es su primer día y la delegan cerca de los máximos dirigentes de la expedición, escribirán canciones sobre ti" y se rió con su propia broma, por alguna razón ella sabía que Turyen la estaba castigando, quizás por resistirse en el juicio, y no le hacía ni pizca de gracia tener que pegarse toda la expedición oyendo las bromas de su comandante.